6 ene 2014

Cosas del cielo mientras corres

Tras varios días de sedentarismo gracias a un resfriado que contraje a principios de semana, ayer por la tarde por fin levanté el culo de la silla para salir a correr, lo hice muy corto porque las tardes de invierno duran menos que la honradez en el gobierno de turno; solo 5’5 km eso sí con un desnivel de más de 200m y shitting milks en la bajada por motivos que después expondré. La salida dio bastante de sí, de lo contrario no estaría ahora mismo presionando aleatoriamente las teclas de mi portátil.

Podría abordar esta entrada desde diferentes perspectivas: La deportiva, la emocional, la meteorológica o la geográfica; quienes practican deporte asiduamente conocen bien que lo deportivo y emocional son dos vertientes del mismo concepto, pero voy a dejar ese hilo conductor para otras entradas y me centraré en lo acontecido en nuestra atmósfera eso sí, sin dejar de lado totalmente los otros puntos de vista.


Son las 17:00 y mi objetivo es subir y bajar una montañita de 300 y pico metros muy cercana a Castellón y que delimita la plana sobre la que se asienta la ciudad hacia el noroeste.

El viento sopla fuerte, con rachas cercanas a los 60km/h medidas en la ciudad y a los 100km/h en zonas montañosas. Es viento del oeste, conocido por estos lares como “ponent” o “ponentà” posiblemente el menos querido de los vientos en nuestro levante.

Este viento precede a los frentes atlánticos que descargan gran parte de su precipitación en la cornisa cantábrica, por allá se pueden pasar días incluso semanas recibiendo lluvia de sucesivos frentes procedentes del océano. En algunos casos estos frentes logran atravesar gran parte de la península a pesar de las sucesivas cadenas montañosas que deben sobrepasar, y así ocurrió ayer por la tarde: con distintas intensidades llovió en la mayor parte de la piel de toro, solo nos libramos en la costa valenciana y el sureste.

Empiezo el ascenso a la colina, corto pero cañero para hacerlo corriendo. Como desde hace muchos días, observo en mi vertical un altocumulus lenticularis, una nube muy típica que aparece con frecuencia en este tipo de situaciones que propician su presencia a sotavento del sistema ibérico sur; pudiera parecer una nube de lluvia debido a su base grisácea pero estas nubes casi nunca dejan precipitación aquí y menos en una situación de poniente que por necesidad debe ser cálida y seca como la mojama en nuestra costa debido al efecto foehn. Por orografía este efecto siempre nos viene de la mano de los vientos con componente oeste, y hace que todos los inviernos en mayor o menor medida gocemos de algunos días con temperaturas máximas de más de 20 grados en la playa como ayer, y mucha gente paseando con abrigos porque es invierno y es lo que toca, pero el tema de la sugestión mental lo dejo para otro relato.

Altocumulus lenticularis o loncha de mojama

Así pues en el día de ayer por poner un ejemplo representativo, a las 17:00, hora en la que salí a correr, en Mosqueruela (Teruel), a 1515 msnm y a 55km en línea recta de la costa había una temperatura de 2’1°C, mientras que en Castellón en la costa a nivel del mar gozábamos de unos agradables 18’9 °C (Fuente: Aemet). Nos suelen enseñar una regla práctica que dice que en la atmósfera estándar la temperatura desciende 6’5°C cada 1000 metros sobre el nivel del mar (de ahí las siglas msnm para quien no lo haya pillado antes), dicho esto hagan cuentas…

¿Qué pasa, no salen? No lances tu calculadora por la ventana aun y sigue leyendo. Esos 7°C y pico de más que no vienen a cuento están propiciados por las leyes físicas que dicen básicamente que el aire que desciende a sotavento de un sistema montañoso se calienta proporcionalmente a la presión (cuanta menos altitud más presión), superándose la temperatura de rocío mucho antes que a barlovento, de ahí el calor y la sequedad de este aire, y a esto se le llama foehn. Para más información léete el link de antes que está para algo más que postureo.

A mitad ascenso puedo observar una masa de nubes muy compacta hacia el límite entre Castellón y Teruel, en pleno sistema ibérico, al principio no se ven cortinas de precipitación pues se perfilan perfectamente en el horizonte macizos fronterizos entre las dos provincias, sin embargo a los pocos minutos empiezan a aparecer algunas cortinas de precipitación a unos 50km de mi posición viniendo desde el interior, se trata del frente que ha logrado atravesar la península y pretende llegar al Mediterráneo.

En el último tramo del ascenso el viento se incrementa, no puedo tenerme en pie si me quedo quieto, observo con asombro como la lluvia va ganando terreno ya por las zonas más interiores de nuestra provincia. Sigo ascendiendo mientras que la lluvia avanza cuestión de algunos kilómetros cada minuto que pasa. Cuando llego a la cima la lluvia ya se encuentra a unos 25km de mi posición, tomo una foto y emprendo la bajada escopetado, mi cuerpo me está proporcionando un buen chute de adrenalina.

La lluvia empieza a engullir la sierra de Espadán 

Durante la bajada observo como la lluvia avanza muy rápido hacia la costa y doy ya por hecho que me voy a mojar. Mirando hacia la ciudad observo un pequeño incendio en un descampado a las afueras, no parece importante aunque las llamas deben medir como 10m de altura. El poniente históricamente ha sido el causante de la rápida propagación de muchos de los grandes incendios forestales que ha sufrido nuestra comunidad como el que arrasó el desierto de las Palmas en el invierno del 85 o los más recientes de Cortes de Pallás y Andilla en verano del 2012 que calcinaron casi 50.000 hectáreas. Provocar fuegos cuando sopla poniente es el aeiou de los pirómanos que antes de la crisis trabajaban para los especuladores inmobiliarios mientras el gobierno de turno les daba banda ancha, el “argumento” oficial siempre era el mismo: la construcción crea empleo, pasen y vean… Pero esto también es materia para otra entrada o argumento de telenovela.

Pequeño fuego a las afueras de Castellón

Prosigo la bajada hacia el coche (mi salvación) y empiezan a impactar en mí las primeras gotas arrastradas por un viento huracanado las cuales me golpean como si fueran piedrecitas debido a su velocidad. Me sorprende que una banda de precipitación asociada a un frente haya cruzado toda la provincia de oeste a este en cuestión de poco más de 20 minutos. Es también sorprendente que al mismo tiempo que en Castellón gozábamos de sol y más de 20°C al mediodía en zonas altas del ibérico a menos de 50km de la costa estaba nevusqueando. Vivimos en una tierra de grandes contrastes sin duda, acentuados especialmente en días como estos que tanto caracterizan nuestro clima.

Cortina de lluvia persiguiéndome

Finalmente llovizna durante menos de 10 minutos al mismo tiempo que las nubes sobre mi cabeza se van deshaciendo a la misma velocidad a la que han viajado hasta aquí, todo esto gracias al foehn o ponentà que con su recalentamiento y humedad bajísima se encarga de evaporar las gotitas de agua que conforman las nubes haciéndolas desaparecer rápidamente justo antes de llegar a la costa, como si se tratase de un secador gigante.

Las gotas no llegan a mojar ni la superficie de la tierra a mi alrededor. Como a un km hacia el oeste las montañas tienen la tonalidad cambiada a modo mojado por lluvia, o sea que me libro por los pelos; resultado final: la fachada marítima sigue reseca y polvorienta arrastrando una sequía importante de varios meses. Por más sandeces que se digan escudándose en el cambio climático (otro tema que merece discusión sin duda), las sequías forman parte fundamental de nuestro clima mediterráneo, han estado presentes desde que los humanos habitan estos lares, y el que no me crea que consulte las series históricas de Aemet o se vaya a hacer algo mejor que leer esto.

Al final llego al coche cansado no tanto por el esfuerzo físico ya que se trata de un recorrido fácil, sino por el subidón de adrenalina propiciado por todo lo vivido.

Viviendo a pelo estos fenómenos meteorológicos uno entiende de primera mano porqué nuestro clima es fundamentalmente seco y templado tirando a cálido (qué suerte la nuestra caray). Me guardo para otra ocasión hablar de otras frikadas by the way como la gota fría, el régimen de brisas costeras o efemérides meteorológicas. Tras esta gran parrafada te doy las gracias lector/a por haber llegado tan lejos y te encomiendo a volver por aquí cuando lo desees.

¡Hasta pronto!








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